jueves, 22 de marzo de 2012

CRONICA DE LA BATALLA DE PUEBLA ...

Crónica

El día 2 de mayo, el Ejército Expedicionario Francés sale de San Agustín del Palmar. Entre ellos y la capital, únicamente se encuentra la Ciudad de Puebla de los Ángeles (hoy Puebla de Zaragoza) por donde los franceses esperan pasar entre aplausos y exclamaciones de los opositores del presidente Benito Juárez, siendo este uno de los lugares más conservadores del México de mediados del siglo XIX. Sin embargo, es el presidente Benito Juárez quien ordena al general Ignacio Zaragoza detener el avance de los franceses.
El 3 de mayo por la noche, el general Ignacio Zaragoza arriba a Puebla, dejando a retaguardia de los franceses una Brigada de Caballería, a fin de hostigar al invasor. La mayoría de la población de la conservadora Puebla es partidaria de la intervención, mientras el Ejército de Oriente desfila marcialmente entre las desiertas calles de la ciudad.
Fuertes de la ciudad de Puebla
El general Ignacio Zaragoza sube a lo alto del Fuerte de Guadalupe y en menos de una hora ya tiene el plan de batalla que va a seguir para la defensa de la plaza (ver tabla superior). De inmediato fortifica los reductos que se encuentran en los cerros de Loreto y Guadalupe. La guarnición cuenta tan solo con 6,700 hombres, escasamente armados. Se dice que tal fue la insolencia de los poblanos que en cierto momento Zaragoza exclamó desesperado “Qué bueno seria quemar Puebla”. Sólo lo detendría el hecho de que en "...la ciudad también hay criaturas inocentes”.[cita requerida]
El 4 de mayo, los exploradores mexicanos vuelven con noticias de que los remanentes conservadores, al mando del General Leonardo Márquez se disponen a socorrer a los franceses. El general Ignacio Zaragoza envía una brigada de dos mil hombres al mando del General Tomas O´Horan a Atlixco, con el fin de detener a Márquez, y se dispone a preparar la defensa de la posición, evitando así su arribo a la Ciudad de México. Organiza sus fuerzas para la defensa, contando con dos Baterías de Artillería de Batalla y dos de Montaña, cubriendo Loreto y Guadalupe con 1.200 hombres, formando a los otros 3.500 en cuatro columnas de infantería con una Batería de Batalla, y una Brigada de Caballería.
El ala derecha mexicana la cubren las tropas de Oaxaca al mando de Porfirio Díaz. El sitio de honor, al centro de la línea lo ocupan Berriózabal y Lamadrid con las tropas del Estado de México y San Luis Potosí. La izquierda se apoya en los cerros de Loreto y Guadalupe, con el general Miguel Negrete a la cabeza de la Segunda División de Infantería. La artillería sobrante es colocada en los fortines y reductos dentro de la Ciudad de Puebla quedando al mando del General Santiago Tapia.
A las nueve con quince minutos de la mañana del 5 de mayo, los franceses aparecen en el horizonte, cruzando fuego con las Guerrillas de Caballería que se batían en retirada, cuyos jinetes no se repliegan hasta que la batalla francesa está formada y lista para avanzar.
La batalla se inicia a las once y cuarto de la mañana, anunciándose el inicio con un cañonazo y acompañado por los repiques de las campanas de la ciudad. El Ejército Expedicionario Francés se divide en dos columnas de ataque, la primera compuesta por aproximadamente 4000 hombres, dirigiéndose hacia los cerros de Loreto y Guadalupe, protegida por su artillería, quienes arribaron delante de la infantería. Mientras que la segunda columna compuesta del resto de la infantería queda como reserva.
El 6° Batallón de la Guardia Nacional del Estado de Puebla (confundido y generalizados erróneamente como "los zacapoaxtlas", cuando estos únicamente formaban una compañía de dicho batallón(de 26 hombres) al igual que los xochiapulquenses (26 hombres), mientras que los tetelenses conformaban el grueso del batallón (115 hombres, encontrándose entre estos los Jefes y Oficiales más distinguidos del cuerpo de guerra) ocupó el puesto de honor y gloria ya que fue el primer cuerpo de guerra del Ejército de Oriente en hacer frente al enemigo y el primero en rechazar su ataque. El mismo Comandante Tomás Segura relata en una sección del Parte Oficial de la batalla remitido al General Ignacio Mejía ese memorable acontecimiento:
Gran honor tengo en poder comunicar que el suscrito fue el primer individuo de este glorioso Cuerpo de Ejército de Oriente, en hacer frente al enemigo y el primero en repeler su ataque, no impulsado por otra razón, sino por el amor que á todos los buenos mexicanos nos enardece, cuando la Madre Patria se encuentra en peligro. Mientras tanto el 6º Batallón Guardia Nacional del Estado de Puebla supo corresponder á las glorias y distinciones que se le han dispensado, pués(sic) con tal bizarría y denodado patriotismo fue(sic) el primer cuerpo de guerra del mismo Ejército de Oriente en hacer frente al enemigo que profana la sagrada tierra de libertad llamada México, avanzando al grito horrísono de ¡Viva la Patria! ¡Viva la Nación Libre!¡Vivan nuestras montañas! ¡Viva Tetela! ¡Mueran los Invasores de la degradada Francia!.
El 10 de mayo de 1862, el General Ignacio Zaragoza expidió un certificado donde constata tal hazaña. Así mismo, expidió al entonces Comandante Mayor del Batallón Tomás Segura, originario de Tetela de Ocampo, un certificado constatando que él fue el primer individuo de todo el Ejército de Oriente en hacer frente al enemigo y el primero en rechazar su ataque. Estos certificados así como muchos otros documentos sobre la Guerra de Reforma y la Segunda Intervención Francesa en México están resguardados en el Archivo Histórico Particular de la Familia Molina Bonilla en la Ciudad de Tetela de Ocampo, Puebla.
El general Ignacio Zaragoza comprendió de inmediato el plan de Lorencez y dio las órdenes convenientes. Haciendo avanzar al general Felipe Berriozábal a paso veloz entre las rocas y situándolo entre la hondonada que divide Loreto y Guadalupe. Mientras que el general Antonio Álvarez, con su brigada protege la izquierda de los reductos.
La línea de batalla mexicana forma un ángulo que se extiende desde el Fuerte de Guadalupe hasta la Plaza de Román, frente a las posiciones enemigas.
Dispone en ese momento el general Lamadrid proteger el camino que conecta a la ciudad con la Garita de Amozoc, colocándose al frente de las tropas potosinas y con dos piezas de artillería de las cuáles disponía. La derecha de la línea de batalla mexicana la cierra el general Porfirio Díaz con la División de Oaxaca, auxiliado por los Escuadrones de Lanceros de Toluca y Oaxaca.
Los franceses continúan su avance, colocando sus baterías frente a Guadalupe y devuelven el fuego mexicano que nace de aquella posición.
Los "zuavos" (regimiento de infantería francesa) ascienden hacia el Fuerte de Guadalupe, perdiéndose de la vista de los fusileros mexicanos. De repente, aparecen frente al Fuerte de Guadalupe, el cual rompe fuego de fusil sobre la columna, que para en seco ante el fuego mexicano.
En ese instante, el general [Felipe Berriozábal] da la bienvenida con bayoneta a los zuavos, quienes se retiran en buen orden hasta ponerse fuera de tiro. Un momento fue suficiente para que repusieran su moral y se lanzaran de nueva cuenta intentando tomar el Fuerte de Guadalupe.
Los franceses, apoyados por el Primero y Segundo Regimiento de Infantería de Marina se abalanzan entonces sobre el resto de la línea mexicana, siendo recibidos con la bayoneta. La columna francesa es rechazada en Guadalupe y en Loreto, siendo igualmente repelidos los ataques perpetrados por parte de otras columnas francesas desplegadas en el momento.
En aquel momento, el Coronel José Rojo avisa al general Antonio Álvarez que era tiempo de que la caballería mexicana entrara en acción para alcanzar una victoria completa. Ordenando a los Carabineros de Pachuca, cargar sobre los restos de la columna, disparando sus carabinas y lanzando mandobles de sable sobre los franceses, siendo totalmente retirados de la posición.
A las dos y media de la tarde llega el primer Parte de Guerra a la capital:
Se ha roto el fuego de los dos lados y cae un fuerte aguacero.
Zaragoza
Los capitalinos respiran aliviados. ¡¡Puebla no les había abierto las puertas!! Pero Zaragoza ya no podría contar con los dos mil hombres que había enviado a Atlixco dos días antes, con los cuales el general Tomas O´Horan batió a los reaccionarios de Márquez, impidiéndoles el auxilio a los franceses.
Lorencez se dispone a dar el último asalto, organizando una columna con los "Cazadores de Vincennes" y el "Regimiento de Zuavos", dirigiéndola al Fuerte de Guadalupe, mientras pone en marcha una segunda columna de ataque compuesta de los restos de los cuerpos de batalla, excepto el 99º de Línea, el cuál queda de reserva en el campamento francés; la segunda columna ataca la derecha de la línea de batalla mexicana.
Ante esta situación, salen los Zapadores de San Luis Potosí al mando del general Francisco Lamadrid, librándose un terrible combate a la bayoneta. Una casa situada en la falda del cerro es el objetivo. Los franceses la toman y se guarecen en ella, siendo desalojados por los Zapadores; la tornan a recobrar y de nuevo son expulsados de ella por las valientes tropas de Lamadrid. El Cabo Palomino se mezcló entre los zuavos y se batió cuerpo a cuerpo con los arrogantes soldados franceses, posesionándose de su estandarte como botín de guerra al caer muerto el portador del mismo.
Una fuerte tormenta cae sobre el campo, reblandeciendo el terreno, difícil de mantener para las tropas francesas, al tiempo que Zaragoza mandaba el parte telegráfico al presidente en la Ciudad de México. Envía al Batallón Reforma de San Luis Potosí en auxilio de los cerros donde los frances se disputaban la victoria con las tropas mexicanas. En el Fuerte de Loreto había un cañón de a 68 libras que causaba enormes estragos en la filas francesas. Los zuavos hacen un empuje desesperado y se abalanzan sobre la pieza. El artillero, sorprendido por la rapidez de la columna francesa, tiene en sus manos la bala de cañón que no alcanzó a colocar en la boca de fuego. Aparece frente a él un zuavo y tras éste el resto del cuerpo que, una vez apoderados de ese fortín, levantarían la moral francesa y podría perderse la victoria conseguida. El artillero, arrojó la bala al soldado francés, que herido mortalmente por el golpe en la cabeza, rodó al foso del parapeto. Luego de estos acontecimientos el general Conde de Lorencez les ordena retroceder, siendo perseguidos por el Batallón Reforma de San Luis Potosí.
Cuando la segunda columna llega al Fuerte de Guadalupe, protegidas por una formidable línea de tiradores, Porfirio Díaz que acude en auxilio de los Rifleros de San Luis Potosí, que estaban a punto de ser rodeadas por el contrario. Movió en columna al Batallón Guerrero, a las órdenes del Coronel Jiménez, ganándole el terreno a los franceses.
En apoyo del Batallón Guerrero, el general Porfirio Díaz envió al resto de las tropas de Oaxaca, con los Coroneles Espinoza y Loaeza a la cabeza, dando impulso a los mexicanos, que expulsaron al enemigo de las cercanías. El éxito alentó al general Díaz, que destacó al Batallón Morelos con dos piezas de artillería a la izquierda, mientras por la derecha los Rifleros de San Luis Potosí se reponían de la pelea, antecedidos por una formidable carga de los Lanceros de Oaxaca, dirigida por el mismísimo Díaz, trabándose un combate cuerpo a cuerpo muy relido según lo relata el parte oficial del general Díaz, haciendo retroceder en su totalidad a los atacantes.
En aquellos momentos las destrozadas columnas del general Conde de Lorencez huyen en completa dispersión, siendo rechazadas en su último ataque, replegandose a la Hacienda de Los Álamos. Se dice que Lorencez no pudo evitar el llanto de la derrota, con lo que decidió retirarse hacia Amozoc.


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