Historia
La historia
de la tabla periódica está íntimamente relacionada con varios aspectos del
desarrollo de la química y la física:
- El descubrimiento de los elementos de la tabla periódica.
- El estudio de las propiedades comunes y la clasificación de los elementos.
- La noción de masa atómica (inicialmente denominada "peso atómico") y, posteriormente, ya en el siglo XX, de número atómico.
- Las relaciones entre la masa atómica (y, más adelante, el número atómico) y las propiedades periódicas de los elementos.
El descubrimiento de los elementos
Artículo
principal: Descubrimiento
de los elementos químicos.
Aunque
algunos elementos como el oro (Au), plata
(Ag), cobre (Cu), plomo
(Pb) y el mercurio (Hg)
ya eran conocidos desde la antigüedad, el primer descubrimiento científico de
un elemento ocurrió en el siglo XVII cuando el alquimista Henning Brand descubrió el fósforo (P). En
el siglo XVIII se conocieron numerosos nuevos elementos, los más importantes de
los cuales fueron los gases, con el desarrollo de la química neumática: oxígeno (O), hidrógeno (H) y nitrógeno (N). También se consolidó en esos años
la nueva concepción de elemento, que condujo a Antoine Lavoisier a escribir su famosa lista de
sustancias simples, donde aparecían 33 elementos. A principios del siglo XIX,
la aplicación de la pila eléctrica al estudio de fenómenos químicos condujo al
descubrimiento de nuevos elementos, como los metales alcalinos y
alcalino–térreos, sobre todo gracias a los trabajos de Humphry Davy. En 1830
ya se conocían 55 elementos. Posteriormente, a mediados del siglo XIX, con la
invención del espectroscopio, se
descubrieron nuevos elementos, muchos de ellos nombrados por el color de sus
líneas espectrales características: cesio (Cs, del latín caesĭus,
azul), talio (Tl, de tallo, por su color verde), rubidio (Rb, rojo), etc.
La noción de elemento y las propiedades periódicas
Lógicamente,
un requisito previo necesario a la construcción de la tabla periódica era el
descubrimiento de un número suficiente de elementos individuales, que hiciera
posible encontrar alguna pauta en comportamiento químico y sus propiedades.
Durante los siguientes dos siglos se fue adquiriendo un gran conocimiento sobre
estas propiedades, así como descubriendo muchos nuevos elementos.
La palabra
"elemento" procede de la ciencia griega, pero su noción moderna
apareció a lo largo del siglo XVII, aunque no existe un consenso claro respecto
al proceso que condujo a su consolidación y uso generalizado. Algunos autores
citan como precedente la frase de Robert Boyle en su famosa obra El químico escéptico,
donde denomina elementos "ciertos cuerpos primitivos y simples que no
están formados por otros cuerpos, ni unos de otros, y que son los ingredientes
de que se componen inmediatamente y en que se resuelven en último término todos
los cuerpos perfectamente mixtos". En realidad, esa frase aparece en
el contexto de la crítica de Robert Boyle a los cuatro elementos aristotélicos.
A lo largo
del siglo XVIII, las tablas de afinidad
recogieron un nuevo modo de entender la composición química, que aparece
claramente expuesto por Lavoisier en su
obra Tratado elemental de Química. Todo ello condujo a diferenciar en
primer lugar qué sustancias de las conocidas
hasta ese momento eran elementos químicos, cuáles eran sus propiedades y cómo
aislarlos.
El
descubrimiento de un gran número de nuevos elementos, así como el estudio de
sus propiedades, pusieron de manifiesto algunas semejanzas entre ellos, lo que
aumentó el interés de los químicos por buscar algún tipo de clasificación.
Los pesos atómicos
A principios
del siglo XIX, John Dalton (1766–1844)
desarrolló una nueva concepción del atomismo, al que llegó gracias a sus
estudios meteorológicos y de los gases de la atmósfera. Su principal aportación
consistió en la formulación de un "atomismo químico" que permitía
integrar la nueva definición de elemento realizada por Antoine Lavoisier (1743–1794)
y las leyes ponderales de la química (proporciones definidas, proporciones
múltiples, proporciones recíprocas).
Dalton
empleó los conocimientos sobre proporciones en las que reaccionaban las
sustancias de su época y realizó algunas suposiciones sobre el modo como se
combinaban los átomos de las mismas. Estableció como unidad de
referencia la masa de un átomo de hidrógeno (aunque se
sugirieron otros en esos años) y refirió el resto de los valores a esta unidad,
por lo que pudo construir un sistema de masas atómicas relativas. Por ejemplo,
en el caso del oxígeno, Dalton partió de la suposición de que el agua era un compuesto binario, formado por un átomo de
hidrógeno y otro de oxígeno. No tenía ningún modo de comprobar este punto, por
lo que tuvo que aceptar esta posibilidad como una hipótesis a priori.
Dalton
conocía que 1 parte de hidrógeno se combinaba con 7 partes (8 afirmaríamos en
la actualidad) de oxígeno para producir agua. Por lo tanto, si la combinación
se producía átomo a átomo, es decir, un átomo de hidrógeno se combinaba con un
átomo de oxígeno, la relación entre las masas de estos átomos debía ser 1:7 (o
1:8 se calcularía en la actualidad). El resultado fue la primera tabla de masas
atómicas relativas (o pesos atómicos, como los llamaba Dalton) que fue
posteriormente modificada y desarrollada en los años posteriores. Las
incertidumbres antes mencionadas dieron lugar a toda una serie de polémicas y
disparidades respecto a las fórmulas y los pesos atómicos, que sólo comenzarían a superarse,
aunque no totalmente, con el congreso de Karlsruhe
en 1860.
Metales, no metales, metaloides y metales de
transición
La primera
clasificación de elementos conocida, fue propuesta por Antoine Lavoisier, quien propuso que los
elementos se clasificaran en metales, no metales y metaloides o metales de transición.
Aunque muy práctico y todavía funcional en la tabla periódica moderna, fue
rechazada debido a que había muchas diferencias en las propiedades físicas
como químicas.
Tríadas de Döbereiner
Uno de los
primeros intentos para agrupar los elementos de propiedades análogas y relacionarlo con los pesos atómicos se
debe al químico alemán Johann Wolfgang
Döbereiner (1780–1849) quien en 1817
puso de manifiesto el notable parecido que existía entre las propiedades de
ciertos grupos de tres elementos, con una variación gradual del primero al
último. Posteriormente (1827) señaló la existencia de otros grupos de
tres elementos en los que se daba la misma relación (cloro,
bromo y yodo;
azufre, selenio y telurio; litio,
sodio y potasio).
Tríadas de Döbereiner
|
|||||
LiCl
LiOH |
CaCl2
CaSO4 |
H2S
SO2 |
|||
NaCl
NaOH |
SrCl2
SrSO4 |
H2Se
SeO2 |
|||
KCl
KOH |
BaCl2
BaSO4 |
H2Te
TeO2 |
A estos
grupos de tres elementos se les denominó tríadas y hacia 1850 ya se
habían encontrado unas 20, lo que indicaba una cierta regularidad entre los
elementos químicos.
Döbereiner
intentó relacionar las propiedades químicas de estos elementos (y de sus compuestos) con
los pesos atómicos,
observando una gran analogía entre ellos, y una variación gradual del primero
al último.
En su
clasificación de las tríadas (agrupación de tres elementos) Döbereiner
explicaba que el peso atómico promedio de los pesos de los elementos extremos,
es parecido al peso atómico del elemento de en medio. Por ejemplo, para la
tríada Cloro, Bromo, Yodo los pesos atómicos son respectivamente 36, 80 y 127;
si sumamos 36 + 127 y dividimos entre dos, obtenemos 81, que es aproximadamente
80 y si le damos un vistazo a nuestra tabla periódica el elemento con el peso
atómico aproximado a 80 es el bromo lo cual hace que concuerde un aparente
ordenamiento de tríadas.
Chancourtois
Artículo
principal: Alexandre-Emile
Béguyer de Chancourtois.
En 1864,
Chancourtois
construyó una hélice de papel, en la que estaban ordenados por pesos atómicos
(masa atómica) los elementos conocidos, arrollada sobre un cilindro vertical.
Se encontraba que los puntos correspondientes estaban separados unas 16
unidades. Los elementos similares estaban prácticamente sobre la misma generatriz, lo que indicaba una cierta
periodicidad, pero su diagrama pareció muy complicado y recibió poca atención.
Ley de las octavas de Newlands
Artículo
principal: John Alexander
Reina Newlands.
En 1864, el
químico inglés John Alexander
Reina Newlands comunicó al Royal College of Chemistry (Real Colegio
de Química) su observación de que al ordenar los elementos en orden creciente
de sus pesos atómicos (prescindiendo del hidrógeno), el octavo elemento a
partir de cualquier otro tenía unas propiedades muy similares al primero. En
esta época, los llamados gases nobles no habían sido aún descubiertos.
Ley de las octavas de Newlands
|
||||||
1
|
2
|
3
|
4
|
5
|
6
|
7
|
Li
6,9 Na 23,0 K 39,0 |
Be
9,0 Mg 24,3 Ca 40,0 |
B
10,8 Al 27,0 |
C
12,0 Si 28,1 |
N
14,0 P 31,0 |
O
16,0 S 32,1 |
F
19,0 Cl 35,5 |
Esta ley
mostraba una cierta ordenación de los elementos en familias (grupos), con
propiedades muy parecidas entre sí y en Periodos, formados por ocho elementos
cuyas propiedades iban variando progresivamente.
El nombre de
octavas se basa en la intención de Newlands de relacionar estas propiedades con
la que existe en la escala de las notas musicales, por lo que dio a su
descubrimiento el nombre de ley de las octavas.
Como a
partir del calcio dejaba de cumplirse esta regla, esta ordenación no fue
apreciada por la comunidad científica que lo menospreció y ridiculizó, hasta
que 23 años más tarde fue reconocido por la Royal Society, que concedió a Newlands su más
alta condecoración, la medalla Davy.
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